Soy invisible.

Después de darle muchas vueltas a la cabeza, he llegado a esa conclusión, soy invisible. Llevo muchísimo tiempo odiando al ser humano, por infinidad de motivos, pero ahora me replanteo la situación.

Los que esperan que una plaga Zombies arrase a la humanidad, están de enhorabuena, pues el momento ha llegado, las calles están repletas de nomuertos, que se dejan llevar por sus sentidos mas primarios, creo que los conocéis por el nombre de “Gente”. Pensé que tendría que comprar un Avatar, de esos azules, que saliera a la calle por mí, mientras yo le dirijo cómodamente tumbado en la cama, todo para no juntarme con las personas, esa raza de seres narcisistas y egoístas.

Pero claro, el reciente hallazgo de mi súper poder, me ha hecho cancelar mis planes. Fuí al médico de cabecera. Tras exponerle mi caso, me mandó hacer unas pruebas y los resultados fueron de lo mas normal, nada que indique la posibilidad de hacerme transparente, lo único que sacó en claro es que quizá meara piedras. En mi opinión como súper poder es una basura, a no ser que las lance con una fuerza descomunal y lo use como pistola, también seria útil para no perderme en el bosque o por si hago obra en casa.

Como la medicina no fue de ayuda, recurrí a un brujo, que tampoco funcionó, pues no llegué a entrar en su casa. Al abrir la puerta me encontré cara a cara con Ron Weasley, el amigo de Harry Potter. Lo siento, pero he visto la saga de películas (menudo coñazo) y juré no desperdiciar un segundo mas de mi vida con nadie del puto colegio Hogwarts.

He estado haciendo pruebas, y no solo soy transparente, también lo es lo que toco, mi coche, el carro de la compra y alguna cosa más que ahora no recuerdo.

El estudio que he venido realizando consta de una prueba a pié de calle, la llamo “prueba a pié de calle”, el nombre no es muy original, pero es funcional. Enumeraré las pruebas y daré un resultado a cada una de ellas, que será invisible o visible, acompañado de una explicación si es preciso.

1.      Salgo de casa hacia el coche, nula reacción de los vecinos. Invisible. (o puede que no, nunca les saludo y ellos a mí tampoco).

2.      Subo al vehículo y conduzco 60 minutos. Invisible (el coche también).

3.      Busco aparcamiento, encuentro uno y señalizo maniobra. Invisible (me lo han quitado).

4.      Tras aparcar, bajo del coche y busco el parquímetro. Invisible (a la vez que estoy poniendo el papel en el salpicadero, la señorita de la hora, me multa por no tenerle).

5.      Entro a una tienda y hago cola para que me atiendan. Invisible (se me han colado 45 personas, 40 eran “señoras mayores”).

6.      Voy a pagar. Visible (el dinero también).

7.      Vuelvo al coche e intento irme, pero dos coches en doble fila me bloquean. Invisible (curioso que el claxon al parecer, es inaudible para la gente).

8.      Tras una hora para salir y dos nuevas multas, vuelvo a casa. Invisible (me multaron estando  sentado dentro del coche).

9.      El trascurso por carretera, es un infierno. Invisible (los demás vehículos parece que van solos por su carretera particular).

10.  Llego a casa. Invisible (ni llamadas perdidas, ni email, ni palomas mensajeras, incluso el perro no se ha percatado de mi presencia).

El resultado es 9 a 1, ganando el estado Invisible. Esto significa que nadie me ve durante el 90% del tiempo.

He aquí mi error, la prueba dice todo lo contrario, he contrastado datos, con personas de mi entorno y les pasa lo mismo, la única diferencia es que yo podre mear piedras y ellos no. El ser humano sigue siendo tan detestable o más como lo era antes de pensar que era invisible, y es como si yo no formara parte del entramado social de idiotas, mono-neuronales, que abarrotan los centros comerciales todos los fines de semana, y que ponen sistemáticamente la pegatina de moda en su coche, y compran la canción que su cadena de radio les ha hecho escuchar hasta la saciedad, haciéndoles creer que les gusta, etc.

Soy visible, mido metro ochenta y peso noventa kilos, soy extremadamente visible. Ahora tendré que volver a encargar el Avatar.