El calcetín no vive a gusto en pareja.





Parece mentira que en el 2011, aún se permitan injusticias y abusos tan graves con el calcetín. El calcetín, no los calcetines. Ya está bien de ver a este pequeño pero útil, trozo de tela, como un objeto que va siempre en pareja. El calcetín tiene su boda programada desde que nace. Ya siendo hilo, se sabe de sobra, que tendrá una compañera o compañero de por vida.

Nos han estado mandando señales de su infelicidad durante años, y nadie se ha parado un segundo para preguntar qué pasa. El calcetín infeliz intentará como sea escapar de su pareja. Se hace el remolón en la lavadora, en estos casos se ha registrado un gran número de desapariciones. Si no estamos atentos, se intentará soltar de la pinza nada más tenderlo, en estas ocasiones, el dueño del “calcetín suicida”, al percatarse de que se ha tirado al vacío, se ve en la obligación de bajar a por él, ya esté en pijama, bata, incluso en albornoz.

Si los intentos de suicidio y fuga han sido en vano, el calcetín optara por la famosa maniobra “darse de sí”, estrategia más que interesante. Sin esperanza, el calcetín llamará nuestra atención, haciendo que su elástico pierda fuerza, esto provocará que el calcetín se caiga, y repose en nuestro calzado, con claros síntomas de depresión. Si el calcetín tiene suerte, dará con la zapatilla “agujero negro”, que le engullirá. Da igual que tú le saques una y otra vez, la zapatilla lo seguirá intentando, hasta caer exhausta.

Sin saberlo, hemos fomentado el odio entre la pareja de calcetines. Después de interminables jornadas de trabajo, una vez han sido recompensados con un lavado, les obligamos a permanecer entrelazados en forma de pelota, dentro de un cajón, durante horas. Incluso algunos desalmados, que saben que el calcetín está herido, ya que se les salía el talón completamente, aun así los guardan con su pareja, ¡por favor!, denles un final digno. ¡Cómo no van a querer huir!.

Al margen del calcetín como ser, me gustaría decir algo sobre el calcetín como prenda.

Tenemos unas marcas que recomiendo encarecidamente, y no me refiero a Adidas o Nike, me refiero a las que usamos los pobres, como Kike, Hike, Adidos, Pluma, Hombro. Se ve claramente que son marcas originales. Cuando vas a estrenar unos calcetines de este tipo, no te das cuenta de lo avanzada que es su tecnología. Te los pones, e introduces el pie en la zapatilla, el calcetín detecta el espacio que hay entre el pie y la zapatilla,  con el fin de evitar lesiones e irritaciones, genera unas esferas protectoras, conocidas como “bolas”, que rellenan el espacio vacío y adaptan el pie a la zapatilla. A mí esto me alucina, que las marcas punteras, no dispongan de esta tecnología es increíble.

Un error de estas prendas, es no traer instrucciones de uso. Algunos al ver las esferas de protección, deciden eliminarlas, ¡ERROR!, está comprobado, que si quitas las bolas, el calcetín puede perder como poco, un par de números. El manual de instrucciones también terminaría con el rumor de “los calcetines chancla”, hay quien dice que los ha tenido, incluso que los tienen, ¡eso son calcetines rotos!, entienden ¡Rotos!, hay que tirarlos. No hay ningún modelo que deje los dedos al aire.

Los calcetines, tendrían que venderse por separado, y si con el tiempo se gustan, podrían ser doblados, para que tuvieran la intimidad necesaria.  Mientras esto no ocurra, millones de calcetines buscaran poner fin a sus vidas.


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El calcetín no vive a gusto en pareja por Antonio J. Sedeño se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.

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